viernes, 5 de diciembre de 2008

y otra vez

El tiempo pasa, y ya estamos cerca de acabar otro año y, como siempre quisiera dar una triple voltereta vital, cantar como un cisne o esconder en tu mano una notita que te deje una sonrisa permanente. Quisiera ser todos los amaneceres y todos los crepúsculos, regalarte una tarta de 100 pisos, quisiera acompañarte de la mano en el laberinto interminable, quisiera despertarte a gritos, quisiera llorar desesperado y llorar de esperanza. Quisiera darte permiso para volar, para volverte loco hasta las 11 de la noche, que no me gusta estar sólo cuando se va el sol. Quisiera armarte de valor, de coraje, que con tu bicicleta vuelvas a recorrer lo que viste cuando no veías como luego viste. Y quisiera que todo fuera tranquilo, grande y bueno. Quisiera poder invocar a la Santa Hermandad de las personas que te quieren para que vengan a acariciarte la cabeza para tranquilizarte cuando te despierta una pesadilla. Quisiera sacar factor común y elevarte al cuadrado, y hacerte aprender que si no tomas aire no puedes llorar.

Quisieras que estuvieras junto a mí.

martes, 11 de noviembre de 2008

la farola y la luna

¿Qué preferís, buen sirviente, una segura y luminosa farola, o la luz de la luna?


Buen señor, si me lo permitís, intentaré contestar a vuestra peculiar pregunta. Sin dudar un instante, ante esta cuestión, mi respuesta sería la Luna. Me imagino completamente sólo en una noche interminable sin otra ocupación que la de observar la luz que me ilumina. Si ésta fuera una farola grande, segura, majestuosa, a buen seguro que me podría mover con presteza bajo la claridad que me confiere, sin embargo, al poco tiempo moriría de aburrimiento. Sin embargo, con la Luna, la Luna, su luz es menos intensa, bien es verdad, pero mi vida sería una constante aventura, ningún momento sería igual al anterior, podría acompañar su vuelo a lo largo del cielo, podría pararme a contemplar días enteros su lejana geografía, viviría con ella, con sus fases de vida, estaría entusiasta como un niño cuando comenzase a desarrollarse en su cuarto creciente, viviría su plenitud luminosa de vida, de felicidad, comenzaría temeroso a darme cuenta de su decrepitud y moriría en vida con su desaparición, para después volver a nacer con la esperanza de la felicidad y la confianza en el futuro. Una farola no entendería estos cambios, ella pensaría, “Yo sólo tengo que dar luz, si la produzco más clara, intensa y segura que la Luna, ¿Quien va a preferir a esa moneda de plata sin contorno ni rumbo fijo?”. Yo señor, mil veces prefiero la Luna. Esa misma que los amantes ofrecen cegados al objeto de su fascinación, esa misma a la que los poetas engalanan y romantizan, sin embargo, ¿Quien le hace poemas a una farola?, esa misma que sólo tiene un nombre y un lugar. Yo te prefiero, Luna, es tu luz la que me inspira y bajo la que bailo embrujado.


jueves, 23 de octubre de 2008

leer

Es bonito leer, durante mucho tiempo creo que lo había olvidado, quizá al mismo tiempo en que se me olvidaba cómo escribir, me sentía incapaz, me sentía tantas cosas, como si escribir fuera aguantar la respiración y tuviera que hacerlo a toda velocidad antes de que me ahogara... También ahora me pasa. Como si escribir fuera retroceder, volver a ser un ciego que juega con historias, con sentimientos, un prepotente, un inconsciente, un inmaduro. Y también ahora me siento así. Como si escribiendo pudiera perder, herir de muerte todo lo bello que había encontrado entre océanos de fuego, ser un blasfemo, blasfemar, no rendir justo homenaje y, odiándome por ello, volver a sentirme perdido, en el más absoluto desierto. También ahora me siento así, y puede que sea el sentimiento más fuerte. Y todavía puede conmigo, todavía tengo miedo, puede que aún tenga que pasar más tiempo o que nunca, realmente nunca, le vuelva a encontrar un sentido. A pesar de este anhelo, de este quasi-sueño infantil al que no veo modo de dar forma, atacado por mil complejos y miedos.
Pero, es tan bonito leer, y yo hoy vuelvo a pedir que no me abandonen las lágrimas, que no me dejéis morir.

viernes, 19 de septiembre de 2008

piedra

Érase una vez una piedra que vivía sola y abandonada en el medio del bosque. Un día un jabalí se acercó a la piedra y comenzó a jugar con ella, la piedra estaba exultante, nunca nadie había reparado en ella y apenas se había movido de su sitio desde que nació. Intentó hablar con el jabalí, pero las palabras no salían de su boca porque hacía mucho tiempo que no hablaba con nadie y se le había olvidado cómo hablar, intentó expresar su agradecimiento al jabalí, pero no encontró palabras en su corazón de piedra y sólo pudo quedarse callada. Hacía mucho tiempo que no hablaba con nadie. El pequeño jabalí no se cansaba de la piedra, la cogía con la boca y la lanzaba al aire, pero la piedra no se hacía daño porque era de un material muy duro. A veces se acordaba muy vagamente de cuando no era una piedra, de cuando podía encontrar palabras de agradecimiento en su corazón, o de cuando si la golpeaban le hacían daño, pero eso había sido hacía mucho tiempo, ahora su corazón era de piedra, y ya no sentía todo aquello. Ya no quería sentirlo. Ya no podía sentirlo. El joven jabalí no sabía nada de todo eso, porque sólo veía una piedra con la que poder entretenerse y a la que empezó a coger un poco de cariño. Era una piedra muy bonita, el jabalí nunca había visto una igual, y decidió guardársela.

Los años pasan, las personas, los sentimientos, la vida, pero siempre llegan momentos en los que ya no sé donde buscar, ya no sé qué hacer para pedir ayuda o para ayudarme, en los que me acuerdo de la piedra que fui hace mucho tiempo. En los que no me siento capaz de amar, en los que sólo acierto a pedir perdón.

martes, 2 de septiembre de 2008

Te veo

"Hay tantas formas de amar como momentos en la vida", y, ahora, no sé cuál es la mía para contigo. De repente te veo en una niña que se parece a tí cuando eras pequeña. Te veo en todas las mujeres bellas e inaccesibles, sobre todo para ellas mismas y que, por eso son, a la fuerza, solitarias e independientes y, a la fuerza, fuertes y, a la fuerza, profundas como un pozo al que para llegar se necesita una cuerda cada vez más larga. Te veo en tu frágil calidez, y en la frágil calidez que siento al verte. No sé cuál es mi forma de amarte, pero te veo y te echo de menos.

martes, 22 de julio de 2008

aún hoy

hola mi princesa, ya hace tanto tiempo que no eres el aire que necesito para respirar, hace tiempo que no marcas los latidos que da mi pobre corazón, pero, después de tantos años, aún hoy sigo abrumado por tu bondad, rendido ante tu belleza, después de tantos años, y siento que quizá siempre andaré cogido de tu mano, y no sé si debo alegrarme o debo entristecerme.

viernes, 13 de junio de 2008

veneno

Dulce y maldito veneno,
laberinto de pasiones.
Redes de angustia,
redes de desesperación.
Te disfrazas de amor,
eres la muerte, la maldita muerte,
la muerte sin la que no puedo vivir.
Los hombre mueren,
la muerte existe.

jueves, 5 de junio de 2008

el zorro

El zorro miró al niño y le dijo:

-Ahora tú te vas y me dejas aquí solo, y mi desazón va en aumento, la ansiedad se apodera de mí como un sentimiento desconocido, sé que te vas y yo me siento cada vez más triste, porque tú me has domesticado y ahora mi alegría depende de ti. Antes no era así, yo era un zorro salvaje y en mi vida no cabía un niño como tú. Pero tú me has domesticado y poco a poco, sin darme cuenta, mi felicidad y mi tristeza están ligadas a ti.

Y ahora tú te vas y ya sólo soy un zorro solitario que olfatea el viento en tu busca, porque se me ha olvidado cómo era vivir sin ti y siento que no soy capaz de hacerlo. Ahora te amo, amo tu cabello rubio, tus ojos grandes y verdes, tu sonrisa y tu voz, tú me has amaestrado y ahora eres mi amo.

Y ahora tú te vas y yo no puedo volver a ser el mismo zorro solitario que era antes, porque me has enseñado a amarte. Y a veces me digo que no tenías que haberme amaestrado, no tenías que haberme acostumbrado a ti si al final ibas a dejarme solo. Ahora dependo de ti y quién sabe si podré sobrevivir si tú no estás. Quizá con el tiempo sea capaz de vivir sin ti, y el recuerdo de tus cabellos dorados, de tus grandes ojos verdes, de tu traviesa sonrisa y del color que tienen las cosas cuando tú estás a mi lado, sea capaz de alegrar mi corazón en lugar de entristecerlo como ahora lo entristece.

Porque ahora tú te vas y yo me quedo sólo sin tu amor.


El niño miró largamente al zorro y, con sus grandes ojos verdes llenos de pena, le dio un último abrazo y continuó su camino.


Porque después de tantos años de amistad y de sentimientos especiales, de hacerme sentir grande y bueno, como un pequeño príncipe, después de que mi corazón se pierda otra vez, después de muchas cosas, me desperté sin tí y el recuerdo de un pasaje del principito, que me reconté a mi mismo al no tener cerca el libro, no deja de consolarme y de prestarme apoyo.

Porque te echo de menos, porque sólo sé de mi tristeza porque tú ya no me quieres más.

http://www3.sympatico.ca/gaston.ringuelet/lepetitprince/capitulo21.html

El Principito, de Antoine Saint Exupéry. Capítulo 21

miércoles, 14 de mayo de 2008

Mirar



No te quiero hacer mal,
no quiero nunca separarme de tí.
Pero te veo a tí y algo renace dentro de mí,
como algo que nunca me dejaron vivir,
como una pequeña ilusión,
como si alguien me dejara mirar algo bonito,
y mirarlo y mirarlo,
como un niño emocionado,
sólo mirándote, aquí y ahora,
sin querer despertar.

jueves, 8 de mayo de 2008

querida ana

Querida Ana:

Hola! Cómo estás? Otra vez ha vuelto ha pasar un montón de tiempo desde la última vez que te escribí, ya me conoces, siempre queriendo decir tantísimas cosas en mis cartas, siempre se me vienen tantas ideas a la cabeza que se me acaban atascando como en un embudo y acabo por no decir nada.

Ya sé que a tí no te importa, que lo comprendes, y que, aún sabiendo el esfuerzo que a veces supone para mí escribirte, no dejas de animarme a hacerlo. Esfuerzo porque a tí no te puedo mentir, no puedo evitar ponerme a escribirte y que todo lo que tengo dentro, lo que sé que siento y lo que no sé que siento intente asomarse, e, invariablemente, me siento abrumada y se me llenan los ojos de lágrimas, como ahora. ¿Por qué me pasa esto Ana?

Sólo quería escribirte una carta normal, contarte mi día a día actual, hablarte del libro que me estoy leyendo, compartir un montón de pequeñas cosas que a lo largo del tiempo voy viviendo y anotando mentalmente, "esto se lo tengo que contar a Ana", pero ya ves, cada vez soy más dramática y más exagerada y me pierdo dentro de mí. Ya te conté una vez, yo sola no soy capaz, necesito de ti, de los ojos de las personas a las que amo.

Entiendes por qué te escribo tan de tanto en tanto, Ana? Ya no puedo dejar de llorar y ni siquiera sé el porqué, qué niña más tonta, verdad?
Ojalá no te canses de mí, Ana, ojalá no me dejes de escribir, de cantarme canciones por teléfono, de darme fuerzas, de hacer que no me olvide de mi corazón.
De hacer que no me olvide que cada día es una nueva aventura.

Te quiere mucho.

Anne

jueves, 17 de abril de 2008

elisa

Esta canción es para ti, Elisa,
mi niña,
mi pobre niña, mi dulce niña.
En tu océano de dolor,
en tu amarga desesperación,
en tu acaparador vacío.
En ti, Elisa, sólo en ti.

martes, 15 de abril de 2008

tu olor

~Tu olor suave que quedó pegado a mí, y que reconozco cada vez que te acercas.
~Tu alegría y tus ganas de vivir.
~Las lágrimas que lloré en el coche, sin que nadie me viera, cuando me volviste a enseñar que lo más grande que puedo encontrar es el amor.
~Lo increíble que era sentir que te gustaba.
~Tu voz la primera vez que nos besamos y abrazamos, tan dulce..
~Lo bien que me hace sentir desearte todo lo bueno de este mundo
~Lo que me enseñaste a aceptar y creer en mí.
~La serenidad que siento cuando veo una película contigo.
~Todos los momentos que ocupas mis pensamientos.


~Los silencios, mis silencios.
~El miedo a dejar de ser grande para ti.
~El no poder abrazarte, ni besarte, ni dormir contigo.
~Mi pobre corazón que a veces quiere salir.
~Lo que echaré de menos algo que puede que no llegue nunca.
~El convencimiento que eres mucho para mí, que soy poco para ti.
~Que hayas ocupado parte del espacio que ocupaba mi alma gemela.
~Lo que te echo de menos, cada noche, cada día.
~Que mi corazón no deja de perderse y pocas veces sabe llorar.

martes, 8 de abril de 2008

primavera

estoy aquí sentado frente a la pantalla, y sé que no seré capaz de escribir algo que calme mi sentir en estos momentos, que escribo obligado por la inercia, por el miedo a volverme a casa con la sensación de otro día con la sensación de otro día más.
Quisiera decir tantas cosas, pero no puedo. Han pasado ya los años, pero sigo teniendo tanto miedo a no encontrar nada por lo que llorar dentro de mí.
Y me siento mal, culpable por sentirme así, intentando buscar un sentir que se escapa como una sombra, culpable por no saber sentirme agradecido por todo lo bueno que me ha regalado la vida, que me habeis regalado.
Por olvidarme que cada día es una nueva aventura.
Por sentirme tan niño.
Por no saber mirar el mar.
Por sentirme tan vulnerable, a la vanidad, al rencor, a la oscuridad.
Porque sólo quiero amar.
Porque siento que me olvido de todo esto. Y no sé a quién pedir ayuda.
Porque hay tanta luz, tanta misericordia, tanta bondad detrás de cada cosa..
sqa

sqa

quisiera pedirte perdón, corazón, por todos los momentos en los que no te sé mirar.

miércoles, 26 de marzo de 2008

el flaco

El flaco canturreaba una canción, mientras su padre faenaba en el bar, limpiando vasos, reponiendo bebidas, el flaco sólo se sabía de memoria una estrofa, y la iba repitiendo de vez en cuando, como buscando apoyo. Flaco era su apodo, como podía haberlo sido cualquier otro, no era más flaco que la mayoría, pero así le llamaban sus amigos y algún adulto despistado. El flaco se sentía secretamente orgulloso de tener un apodo, se sentía más individualizado y, en cierto modo le daba algo de vergüenza su propio nombre, como si careciese de personalidad o como si se hiciera llamar así, fuera dándose importancia. Prefería que le llamasen Flaco a que le martirizasen insultándolo de forma más reiterativa en tanto en cuanto más le azoraba la burla. Tenía miedo a las burlas y desprecios de sus compañeros ante las que poco sabía hacer, más que parecer más merecedor de ser alguien de quien burlarse y a quien despreciar, o eso pensaba él por aquel entonces. El flaco se encontró un día una flor que volaba atrapada chocando con los cristales del bar y la liberó, dejándola volar libre. El flaco lloraba a menudo, muchas veces sin motivo aparente, o eso pensaba él. El flaco soñaba y leía, leía mucho, se sentía bien cuando leía. El flaco no quería sentirse solo, pero buscaba la soledad, de su cuarto, de sus juegos, de su bicicleta, de sus tebeos, de sus libros, de sus silencios. Quizá lloraba porque no tenía nada porque llorar, porque tenía prisa por vivir, no veía el camino.

viernes, 7 de marzo de 2008

hoy

Hoy ya no vivo en un pozo sin fondo,
hoy ya no eres mi sol, mi luna, mi todo
mi nacimiento, mi muerte y mi locura,
hoy ya sé caminar
sin estar cogido de tu mano.
Hoy que hasta el miedo es mi aliado,
hoy que todo ha cambiado,
quisiera verte todos los días
porque mi corazón tiene memoria
y yo no te quiero olvidar.

sábado, 1 de marzo de 2008

querida ana

Querida Ana:
¿Cómo estás? Realmente hace mucho tiempo que no te escribo, aunque siempre tengo ganas de hacerlo, pero ya sabes lo perezosa que soy para estas cosas. Hace tiempo que quería contarte, intentar transmitirte lo que significó para mí el marcharme de Erasmus, pero el tiempo pasa, y ayer hizo ya un año que regresé de Francia, ¡un año! Parece mentira lo rápido que ha pasado. Puede que tenga un poco de miedo a no saber transmitirte los sentimientos que guardo dentro cuando recuerdo esa etapa, puede que por eso haya tardado tanto en escribirte, puede que por eso se haya cumplido ya un año desde aquel día en que me subí al tren, desde que me despedí de la estación de personas que hacía apenas 5 meses no eran nada para mí, y que en aquel momento, en el momento en que el tren se puso en marcha, hicieron que me pusiera a llorar como una niña por tener que separarme de ellos.


Ya sabes que siempre había querido irme de Erasmus, quizá porque lo veía como la única forma de probar una vida diferente a la que tenía, la única forma de romper un poco mis cadenas tradicionales que yo misma me había impuesto y de las que tú tantas veces me habías animado a escapar.

Los meses antes de marcharme fueron meses llenos de emoción. Imagino que esta sensación es parecida para todo el mundo que está a punto de emprender un viaje parecido. Realmente lo imagino casi idéntico, sólo cambiarían los rostros, los padres y madres con sus consejos, la marca de las maletas, los detalles que ultimar, el tipo de ropa, o, supongo, el idioma del diccionario dependiendo del país. Un marco que también me atrevo a decir que se repetiría para las primeras sensaciones en el destino. Lo que yo vi cuando llegué a mi ciudad, que imaginé tan llena de encanto, al borde del atlántico, como un pueblo francés de cuento, las sensaciones buenas y malas que tuve también me las imagino en la piel de otros tantos como yo, con los miedos, las preocupaciones por encontrar tu sitio, los apuros por que tu francés, o tu inglés, o tu alemán se comporte en los momentos importantes. Supongo que a partir de los primeros momentos es cuando la historia de cada uno toma su rumbo independiente.

Y, ¿Cómo explicarte, Ana? Reconozco que cada vez los recuerdos son más esquivos, que cada vez me cuesta más que una foto, una canción, un recuerdo me hagan realmente sentir allí, en esa ciudad a la que he añorado durante tanto tiempo. Por eso quería escribirte, para que compartieras conmigo lo que sentí.

Recuerdo lo perdida que estaba el primer mes que pasé allí, el desencanto, la desesperanza que de repente me di cuenta que sentía, lo sola que allí estaba, rodeada de españoles, de franceses y de fiestas y buen ambiente, recuerdo cómo casi prefería encerrarme en mi habitación que acompañar al resto de estudiantes de la residencia en sus fiestas. Recuerdo lo triste y tímida, lo pequeña que me sentía. Como una niña a la que cambian de colegio. Creo que fue el propio Erasmo de Rótterdam quien dijo que si pensabas demasiado en lo que quisieras hacer o quisieras que pasara, ni harías nada ni pasaría lo que deseabas.

Ya entonces me di cuenta de la suerte que tuve, porque de un día para otro prácticamente conocí a las personas que me acompañaron el resto de mi tiempo allí. Alguien que hizo que nunca me sintiera sola, alguien que me hizo sentir valiosa como amiga, y alguien que alegró mi corazón, que me dio el regalo del amor, de descubrir lo grande y bella que puede ser la vida. Nunca me he sentido tan regalada, tan afortunada.

Sé que es difícil explicarte, Ana, y yo nunca he sido muy buena con las palabras, pero era así como me sentía, como si me hubieran hecho un regalo, un regalo especialmente dedicado a mí, para cuidarme y obsequiarme aventura. Y yo, que, como sabes, muchas veces no me hubiera importado dejado de existir, sentí que necesitaba dos vidas para vivir. Porque tuve que decidir entre quedarme allí, o volver aquí, con mis cadenas, pero donde también está mi alma gemela, la persona de la que no puedo y no quiero separarme.

Por eso lloré tanto cuando me subí en ese tren para volver a casa. Porque allí se quedaban esas tres personas y en especial aquella que hizo que un solo momento con ella hiciera que valiera la pena mis cinco meses allí, a la que desearle todo lo bueno de este mundo me hacía sentir tan bien, por eso lloré tanto, Ana, por lo triste que me sentía al separarme de ellos, y por la gratitud que me abrumaba por haber vivido todo lo que había vivido.

Por eso aquí sigo, Ana, con mi decisión, quizá sea la única vez en mi vida que he decidido realmente, no crees, Ana? Siempre tan cobarde para hacerlo. Siempre dejándome llevar por las circunstancias, con miedo a grandes cambios. Aquí, con mis cadenas pero también con mi alma gemela, que llena de luz y de comprensión mis días. Pero, ¿quién sabe dónde estaré el año que viene?

Quizá deba ya ir despidiéndome, gracias Ana, por estar ahí y tener paciencia para escucharme. Ya sabes que yo sola no puedo, yo sola no soy capaz.

Sé que aunque no se quiera olvidar, el tiempo pasa, pero si pudiera pedir un deseo sería ése, no olvidar mis días allí, no olvidar el sol de Marsella ni la lluvia de la Bretaña, no olvidar la música que resuena en mi cabeza cuando pienso en aquellos días, no olvidar ese regalo, no olvidar nunca, Ana, no olvidar jamás.

Tu amiga que te quiere.
Anne

lunes, 7 de enero de 2008

un año después

Me cuesta creer que haya pasado ya más de un año desde que escribiera por última vez en el blog, porque el tiempo me ha pasado muy muy rápido y porque me doy cuenta que he pasado casi un año sin escribir, o escribiendo muy poco.
Me cuesta echar la vista atrás sobre este año, creo que ha sido un año tranquilo, con cambios, pero bueno en general.
Me gustaría ser capaz de decir tantas cosas, pero no puedo, y no sé si quiero intentarlo, tengo miedo de sentirme vacío.
De no encontrar amor. De no ser digno de pronunciar esa palabra. Ojalá siempre me sienta digno, ojalá no se rinda, ojalá no me rinda.
sqa. No me dejeis de ayudar. por favor