viernes, 5 de diciembre de 2008

y otra vez

El tiempo pasa, y ya estamos cerca de acabar otro año y, como siempre quisiera dar una triple voltereta vital, cantar como un cisne o esconder en tu mano una notita que te deje una sonrisa permanente. Quisiera ser todos los amaneceres y todos los crepúsculos, regalarte una tarta de 100 pisos, quisiera acompañarte de la mano en el laberinto interminable, quisiera despertarte a gritos, quisiera llorar desesperado y llorar de esperanza. Quisiera darte permiso para volar, para volverte loco hasta las 11 de la noche, que no me gusta estar sólo cuando se va el sol. Quisiera armarte de valor, de coraje, que con tu bicicleta vuelvas a recorrer lo que viste cuando no veías como luego viste. Y quisiera que todo fuera tranquilo, grande y bueno. Quisiera poder invocar a la Santa Hermandad de las personas que te quieren para que vengan a acariciarte la cabeza para tranquilizarte cuando te despierta una pesadilla. Quisiera sacar factor común y elevarte al cuadrado, y hacerte aprender que si no tomas aire no puedes llorar.

Quisieras que estuvieras junto a mí.