viernes, 20 de noviembre de 2009
ánimo
lunes, 2 de noviembre de 2009
sqa
lunes, 18 de mayo de 2009
Idilio
el secreto de la primavera.
Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.
Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.
Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.
Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.
¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.
Dame más vueltas alrededor,
jugando a la noria del amor.
¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.
Federico García Lorca (Idilio)
lunes, 16 de febrero de 2009
querida ana
Como siempre me cuesta empezar esta carta, me da tanto miedo quedarme más perdida que antes de empezar… Los días pasan muy rápido y eso me pone triste, me olvido de mi corazón y a veces no sé si soy feliz o si estoy medio dormida. Me siento tan niña porque sé que si perdiera lo que ahora tengo me moriría de dolor y de tristeza pero necesito sentir que mi corazón tiembla de emoción, que se rompe y se quiebra, que no puede contener el llanto, que se sienta rebosante de vida, que se sienta agradecido por vivir. Quizá esté mirando al lugar equivocado, quizá mi impaciencia, mi prisa me impidan dejarme esperar con esperanza. Pero tengo miedo a que mi corazón se adormile demasiado, tengo mucho miedo a eso. Ojalá pueda quererme Ana, ojalá pueda quererte con toda la fuerza de mi corazón, ojalá pueda abrumarme toda la belleza y compasión. Es por eso por lo que os necesito, porque ¿qué soy yo sin vuestro amor? Soy tan poca cosa, soy una niña enferma. Una niña perdida, una niña nostálgica, una niña egoísta, una niña que te necesita. Sólo quiero amar.
viernes, 2 de enero de 2009
abrió los ojos
Abrió los ojos, o más bien pestañeó, le picaban los párpados y, al entrar en casa, el contraste con el frío que hacía en la calle hizo que se le empañaran las gafas. Aún así no se las quitó porque sin ellas todavía veía menos que a través de aquella neblina artificial y porque en casa, con su familia, con sus padres, no le importaba parecer... ¿una mosca? Se rió ante su propia ocurrencia, y más aún al comenzar a vislumbrar la sorpresa con la que le miraban sus padres ante su entrada, ante la entrada de una niña colorada, arrebujada en un abrigo negro que le venía grande, con sus enormes gafas teñidas de vaho gris y riéndose sola. Pasaron muchos años hasta que un día se volvió a acordar de aquella noche, de aquel momento en que entró en su casa y se sintió tan segura, con sus enormes gafas ahumadas y con sus padres acompañándola en su risa. Hoy seguía siendo una niña a la que todo le venía grande, pero se dijo que quizá ella también era capaz de hacer sentir a su hija tan segura y querida como aquella noche. Y ese fue el día en te decidí tener, mi niña. Y ahora, cierra los ojos y duerme, cierra los ojos...