sábado, 25 de enero de 2025

2025

 El año acabó, y ya comenzó otro. Fue un año bueno, tranquilo. Los fracasos pasaron el año anterior, y este solo quedó seguir procesándolos, aceptándolos y ver que sí, que todo puede pasar.

Cuando escribo mi corazón parece decirme ¿y ya está? ¿Es todo lo que tienes que decir? ¿Y esto? ¿Y aquello? Y yo lloro, lloro por mi tremenda incapacidad para hacer justicia a todo lo que recuerdo, y también por no saber hacer justicia a todo lo que no recuerdo, a lo que olvido. 

Escribo con dos dedos sobre el teclado, tratando de copiar el discurso de alguien que habla muy rápido, tratando de dejar constancia de un paisaje en el que, a la vez, se pone el sol, las nubes brillan con luz naranja, un pájaro surca el cielo, un perro ladra, una niña llama a su padre y un hombre pinta una pared en su casa, como querer abrir cajas fuertes con finos y frágiles alambres.

Eso me pasa cuando te quiero contar. Y no sé caminar con tanta vida alrededor, tanta vida que se oculta cuando el corazón da un chasquido, cuando se van las luces, cuando me pierdo, cuando camino junto a una algarabía de muchachos y solo quiero reír, solo quiero formar parte.

Yo te amo. Por favor, permíteme amar, permíteme querer. Permíteme no olvidar.